Gatos: Guardianes Silenciosos de los Portales Energéticos

 Desde tiempos ancestrales, los gatos han sido vistos como criaturas entre mundos. En Egipto eran venerados como protectores del alma, en Oriente como guardianes de la energía del hogar, y en muchas culturas indígenas como puentes entre el plano físico y el plano espiritual.

No es casualidad que los gatos duerman en los lugares más insospechados de una casa, que permanezcan largos minutos contemplando una esquina vacía, o que parezcan desaparecer sin dejar rastro cuando se produce un cambio energético en el ambiente. Ellos sienten. Ellos saben.

Se dice que los gatos pueden detectar los vórtices de energía que existen en el hogar: portales sutiles por donde entra y sale la energía espiritual. Cuando un gato se acuesta en un sitio concreto y permanece allí por horas, no solo está descansando: está equilibrando y protegiendo un punto energético.

Son expertos en neutralizar cargas densas. Donde hay dolor no expresado, rencor escondido o pensamientos oscuros, el gato absorbe, transmuta, armoniza. Por eso, tras la visita de alguien con una energía pesada, tu gato puede enfermar ligeramente o retirarse por un tiempo: ha hecho su trabajo de guardián invisible.

También se cree que durante el sueño, los gatos viajan entre planos, actuando como custodios del alma de quienes comparten su vida con ellos. A través del ronroneo y la vibración de su cuerpo, crean un campo protector alrededor de las personas y los espacios que habitan.

Pero su misión no es solo proteger: también enseñan. Enseñan el valor del silencio, el poder del descanso, la magia del desapego. Quien observa a un gato con atención, aprende que hay un ritmo más profundo que el de la urgencia cotidiana: el de la intuición, el misterio, lo eterno.

Quizá por eso, cuando un gato te mira fijamente, tienes la sensación de que alguien mucho más antiguo que tú está mirando a través de él.

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